Guillermo Alfredo Terrera fue uno de los más prolíficos
investigadores de las culturas originarias de la región sur de América y, al
mismo tiempo, una de las fuentes informativas más completas sobre la vida de
los indios comechingones, de quienes poco se sabe. Alrededor de los informes de
Terrera, se han difundido algunos otros datos —como mitos y leyendas—, que no
dejan de ser interesantes.

Aquí vale advertir que existe otra versión que indica que el
peñón donde estaban los comechingones era prácticamente inaccesible. Que los
españoles giraban a su alrededor buscando la forma de subir y no encontraban
alternativa alguna. Y que además (no descartemos que sea verdad), los arcabuces
con los que disparaban los españoles no llegaban a destino por la altura del
peñón lo cual les resultaba a los indios absolutamente divertido, burlándose a
las carcajadas del fracaso de los atacantes. Al parecer, a uno de los conquistadores
se le soltó un perro que, con su olfato, encontró el lugar por donde habían
subido los comechingones y ese fue el principio del final.
Hay una leyenda que dice que “…los españoles realizaron un rodeo con sus caballos, y al llegar a la
cima del peñón, exterminaron a los comechingones y muchas mujeres que
acompañaban a sus hombres se arrojaron desde la cima cargando en sus brazos a
sus hijos”. Otra versión asegura que todos los comechingones que estaban
sobre el peñón se lanzaron al vacío, prefiriendo la muerte a la
esclavitud.
Coinciden todas las versiones en que “… la viruela, el hambre y los trabajos forzados lograron que en menos
de cien años del ingreso de los españoles a la región, los comechingones
resultaran diezmados”.
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