miércoles, 8 de julio de 2015

Leyendas de conejos

Admitiendo que no resulta del todo fácil determinar con precisión el origen de muchas leyendas, aquí traemos una vinculada a los simpáticos conejos que, al parecer, tiene origen en la cultura maya, aunque hay algunas versiones diferentes (y mucho más crueles), donde el origen se hace más borroso.

Hace mucho, mucho tiempo, las orejas de los conejos no eran tan largas como las que ahora tienen. Una tarde, un conejo comía granos en un campo de trigo. Iba distraído. No pensaba en otra cosa que no fuera masticar y masticar lo más rápidamente posible, cuando oyó que dos ratas conversaban en voz baja.

Una de ellas decía:
— ¡Qué buena suerte tengo! He encontrado una cueva llena de trigo, de un trigo grande, dorado, como si lo hubieran escogido para que yo lo encontrara.
—Pues sí que es buena suerte, porque los conejos escogen lo mejor del trigo para comérselo y para llevarlo a sus bodegas, le respondía la otra rata.

El conejo oyó parte de la conversación y, especialmente lo que decían de los conejos. Como era muy curioso y quería enterarse de todo, fue acercándose al lugar donde estaban las ratas y se escondió detrás de una cerca.

—Lo que no quiero es que los conejos sepan que he encontrado esa cueva tan bien abastecida, porque en un momento cargan con el trigo y me dejan sin qué comer en el invierno.
—No es por curiosidad, comadrita, pero ¿Dónde está la cueva? No tenga desconfianza; si se lo pregunto es sólo para ayudarle a cuidar el tesoro.

La otra rata empezaba ya a decirle a la comadre dónde estaba la cueva, cuando el conejo, para oír mejor, estiró la cabeza por encima de la cerca y las orejas empezaron a crecerle tan rápidamente, que por más esfuerzo que hiciera no se detenían y crecían y crecían. Tanto se le agrandaron las orejas para escuchar mejor, que las ratas alcanzaron a ver esas orejas enormes y huyeron muy asustadas, dejando inconclusa la conversación.
Desde ese tiempo, los conejos siguen con las orejas largas tratando de escuchar algo que les permite saber dónde hay mucha comida.

Uno de los lugares donde leímos esta leyenda, es la web de Mitos Mexicanos

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