domingo, 31 de mayo de 2015

Leyenda Los pétalos de la rodocrosita

Tras largos días y noches de andar, el chasqui alcanzó el último tramo del camino que conducía a la morada del rey inca. Llevaba una singular ofrenda destinada al gobernante: tres gotas de sangre petrificadas, el precioso hallazgo fue recibido con mucha emotividad. En el lago Titicaca, en tiempos pasados, se había construido el templo de las acllas: las vírgenes sacerdotisas del Inti. En ese sitio se encontraban anualmente el sol y la luna para fecundar los sembrados y asistir a la sagrada elección de quien heredaría la responsabilidad de perpetuar la sangre inca. Un día el invencible guerrero Tupac Canquí se atrevió a ingresar al sagrado templo, desafiando la tradición incaica. Desde el momento en que descubrió a la bella ñusta aclla, nació su amor por ella. La sacerdotisa lo correspondió, consciente de ignorar las restricciones del Tawantinsuyo para las elegidas. Juntos, escaparon hacia el sur, buscando proteger el vientre de la aclla lleno de vida. El poder imperial bramó y destinó infortunados grupos armados a castigar a los culpables de la transgresión. Tupac Canquí y la ñusta aclla se instalaron cerca del salar de Pipando, donde tuvieron muchos hijos descendientes de los aymarás, que fundaron el pueblo diaguita. Sin embargo, jamás lograron deshacerse del hechizo de los shamanes incas. Ella falleció y su cuerpo fue sepultado en la alta cumbre de la montaña, él murió poco tiempo después, ahogado en su triste soledad. Una tarde, el chasqui andalgalá descubrió la tumba de la ñusta aclla impresionado por ver cómo florecía, en pétalos de sangre, la piedra que la cubría. Rápidamente salió del estupor y arrancó una de las rosas para ofrendar al rey inca. El jefe del imperio, aceptando con emoción la flor de la rodocrosita, perdonó a aquellos antiguos amantes furtivos. En adelante, las princesas de Tiahuanaco lucieron con orgullo trozos de la piedra rosa del inca, símbolo de paz, perdón y amor profundo.
Leyenda de los diaguitas, que ocuparon los territorios de las actuales provincias de Catamarca, La Rioja, Santiago del Estero y Tucumán. Fue publicada por www.ambiente.gov.ar

domingo, 24 de mayo de 2015

La tonaaaadita era comechingona

Urgando en los rincones weberos, descubrimos que alguien aportó a wikipedia algunos datos sobre la lengua y la singularidad fonológica de los comechingones. Y no es una dato menor, más allá de las diferencias de criterio o enfoques científicos que se puedan otorgar a esta cuestión. De todas maneras leemos en el capítulo “Lengua” que “… es de tener muy en cuenta que los hênia-kamiare o "comechingones" poseían su propio idioma, que posiblemente fueran varios. En 1594 Barzana4 informó que en la Sierra de Córdoba se hablaban más de ocho o nueve lenguas diferentes, lo que indican que tal vez la "lengua de los comechingones" no constituyera una unidad y fuera en realidad un conjunto de lenguas diferentes relacionadas. Sin embargo, esta lengua o lenguas está virtualmente indocumentada y actualmente en el territorio que habitaban abunda la toponimia en runa simi o quechua; esto debido a que los conquistadores españoles desde el siglo XVI impusieron el runa simi (dialectizado) como lengua general para comunicarse con las muy diversas etnias aborígenes ubicadas en el Cuyo, Córdoba, Santiago el Estero, y Noroeste Argentino. Eso explica que, posteriormente a la llegada de los españoles en el s. XVI junto a los topónimos españoles proliferaran (olvidándose los nombres originales) en runa simi o quechua, esto también explica el moderno nombre quechua de la zona arqueológica hoy llamada Inti Huasi en las sierras de la Provincia de San Luis, zona arqueológica centrada en cuevas y grutas cuyo nombre verdadero y original hênîa-kâmîare se encuentra olvidado desde el siglo XVII”.
En el apartado de “Singularidad fonológica” se lee lo siguiente: “…Un curioso aporte han dejado los "comechingones": la llamada «tonada» cordobesa (de Córdoba, Argentina) o «cantito» que se caracteriza por la extensión como canturreada de las vocales. Esta tonada o acento del castellano hablado en la Córdoba argentina, a inicios de siglo XIX se encuentra principalmente, muy marcado en las zonas montañosas, aunque es frecuente en la mayor parte de las provincias argentinas de Córdoba y San Luis. Tal tonada o "cantito" o curva tonal se puede ejemplificar fonológicamente del siguiente modo: Si un hablante de Madrid (España) pronuncia la palabra "tráemelo" de modo que se desglosa en 3 sílabas: [tráe-me-lo], un hablante con curva tonal cordobesa (de la Córdoba argentina) pronuncia la misma palabra en cuatro sílabas del siguiente modo: [tra-e-me:-ló] (los dos puntos tras la "e" acentuada significan el alargamiento de dicha vocal). Antonio Tovar menciona cinco dialectos del idioma "comechingón": main, yuya, mundema (o "indama"), kama y umba aunque en la actualidad no se pueden dar precisiones sobre la distribución de tales dialectos”.
Se advertirá que —a través de los tiempos— la herencia comechingona no se ha diluído, sino que por el contrario está fortalecida en la cotidianeidad cordobesa.
La ilustración es un dibujo del Negro Ortiz, publicado el 20 de mayo de 1998 en La Voz del Interior. 

viernes, 8 de mayo de 2015

Mitos II

Continuamos con la difusión de un excelente material sobre mitos que escribiera el investigador boliviano Víctor Montoya.

“Los mitos cosmogónicos, que explicaban el origen del mundo, los hombres, vegetales y animales, son diversos y varían de sentido dependiendo de las características geográficas y ecológicas del lugar donde surgieron. En los pueblos andinos, por citar un caso, los espíritus superiores que regían las fuerzas de la naturaleza y podían facilitar al hombre su sustento, su seguridad y su propia supervivencia, actuaban en diferentes planos y con distintas funciones; unos actuaban en el plano celeste, otros en la tierra y algunos en el mundo subterráneo, lugar de procedencia y destino final de los hombres después de la muerte.
En el mito de creación de las culturas andinas, según refiere la tradición oral, el mundo fue reconstruido después de un diluvio por el dios Wiracocha (divinidad suprema), quien, según el mito, apareció con un vestido talar, largas barbas y sujetando por la brida a un animal desconocido (una imagen que los indígenas confundieron con la apariencia física de los conquistadores). Surgió del lago Titicaca, con la misión de formar el sol, la luna, las estrellas y fijar su curso en el cielo. A continuación modeló en barro buen número de estatuas, tanto mujeres como hombres, y las animó para que poblaran la tierra. Con el transcurso del tiempo, los hombres olvidaron el mandato de su Dios Padre, se enemistaron y cayeron en la esclavitud de sus bajas ambiciones. Entonces Wiracocha, asaltado por la desesperación y la ira, volvió a salir de las aguas del lago Titicaca, se dirigió al Tiahuanaco y allí convirtió en piedra a sus criaturas desobedientes, excepto a quienes huyeron hacia las montañas para vivir como tribus salvajes. Wiracocha, inconforme con el desenlace, ordenó al Sol (padre de la humanidad), que enviara a la tierra a su hijo Manco Cápac y su hija Mama Ocllo, con el fin de reformar a los rebeldes y enseñarles una vida civilizada.

Víctor Montoya nació en La Paz, Bolivia, el 21 de junio de 1958. Escritor, periodista cultural y pedagogo. En su exilio en Suecia, impartió lecciones de quechua, coordinó proyectos culturales en una biblioteca, dirigió talleres de literatura y ejerció la docencia durante varios años. Ha publicado más de diez libros y su obra mereció premios y becas literarias. Tiene cuentos traducidos y publicados en antologías internacionales. Actualmente escribe en publicaciones de América Latina, Europa y Estados Unidos. Es director responsable de la edición digital de Narradores Latinoamericanos en Suecia: www.narradores.se y del Rincón Literario: welcome.to/heterogenesis.

domingo, 3 de mayo de 2015

Mitos de la tradición oral

Cuenta el escritor e investigador Víctor Montoya, que “… en las culturas andinas, como en todas las civilizaciones de Oriente y Occidente, los mitos juegan un papel importante en la vida cotidiana de sus habitantes, quienes, desde la más remota antigüedad, dieron origen a una serie de deidades que representan tanto el bien como el mal. Los mitos, en cierto modo, son la esencia de una mentalidad proclive a las supersticiones y responden a las interrogantes sobre el origen del hombre y el universo”.
Los mitos, al igual que las fábulas y leyendas, fueron llevados por los pueblos primitivos en sus procesos migratorios y transmitidos de generación en generación. El mito no sólo enseña las costumbres de los ancestros, sino también representa la escala de valores existentes en una cultura”.
“El mito, a diferencia de la leyenda cuyos personajes existieron en algún momento pretérito de la historia, no tiene un tiempo definido ni un personaje que existió en la vida real. De ahí que el mito, tradicionalmente, está vinculado a la religión y el culto, pues sus personajes, admirados y adorados, son seres divinos, algo que tiene un nombre basado en un credo pero jamás en una prueba concreta. Entre las divinidades aztecas encontramos a Huitzilopochtli, que era el dios de la guerra; Tezcatlipoca (espejo humeante), dios del sol; Quetzalcoalt (la serpiente pájaro), dios del viento, creador y civilizador; Tlaloc, dios de las montañas, de la lluvia y los manantiales. El mito azteca de los cuatro soles refiere que los dioses crearon sucesivamente cuatro mundos; lluvias excesivas destruyeron el primero, lluvias de fuego el segundo, terremotos el tercero; los hombres del cuarto fueron convertidos en monos. Poseían una tradición del diluvio, del que se salvaron un hombre, Coxcoxtli, y una mujer, Xochiquetzal, quienes repoblaron el mundo. Entre los mayas Itzamna, asociado al sol, era el dios civilizador, Kukulcán (la serpiente emplumada) enseñó la agricultura y dio leyes justas. En la creación intervinieron los dioses Hunahpú, Kukulcán y Hurakán. Tras varios intentos fracasados hicieron al hombre maíz. El fuego lo recibieron los hombres de Hurakán, también llamado Tohil, en Guatemala”.
“Así como el cuento tiene un carácter profano, ya que tanto el autor como el lector lo conceptúan una suerte de ficción, el mito tiene un tono religioso y sagrado, y, sin embargo, tiende a ser verdadero. En casi todas las culturas se confunde el mito con la realidad, y se cree que los mitos de creación del universo son verdaderos, pues todavía hay quienes aseveran que los elementos materiales que nos rodean fueron creados por un ser supremo o por espíritus extraterrenales. En el mundo andino, por ejemplo, la religión muestra alguna semejanza con el panteísmo, en la medida en que Dios, principio y fin del universal, se confunde con la naturaleza”.

Víctor Montoya nació en La Paz, Bolivia, el 21 de junio de 1958. Escritor, periodista cultural y pedagogo. Vivió en las poblaciones mineras de Siglo XX y Llallagua. En 1976, como consecuencia de sus actividades políticas, fue perseguido, torturado y encarcelado.
Liberado de la prisión por una campaña de Amnistía Internacional, llegó exiliado a Suecia en 1977. Actualmente escribe en publicaciones de América Latina, Europa y Estados Unidos. Es director responsable de la edición digital de Narradores Latinoamericanos en Suecia: www.narradores.se y del Rincón Literario: welcome.to/heterogenesis.