miércoles, 29 de octubre de 2014

El escarabajo

El escarabeo fue un amuleto de vida y poder, con forma de escarabajo pelotero (Scarabaeus sacer egipcio), que representaba al Sol naciente, y era símbolo de la resurrección en la mitología egipcia. En vida proporcionaba protección contra el mal, visible o invisible, dando diariamente fuerza y poder. En la muerte, quien lo portaba adquiría la posibilidad de resucitar y alcanzar la vida eterna. El escarabajo estaba vinculado con el dios Jepri, forma de Ra como Sol naciente y era el símbolo de la constante transformación de la existencia.


En una nota publicada en el diario El País de Madrid —con la firma de Luis Miguel Ariza—, se señala que “…el último misterio del faraón Tutan­kamón no se refiere a algún intrincado jeroglífico, una nueva cámara funeraria o sutiles pistas dejadas cerca de su tumba; envuelve a una fabulosa figura de un escarabajo esculpida en cristal verdoso. Esta joya es la más destacada de un hermoso pectoral hallado por el arqueólogo Howard Carter en 1923 en una de las habitaciones contiguas a la sala de los tesoros. Las alas del escarabajo están tratadas con oro, plata, cristal y piedras semipreciosas, y el animal es el corazón de la figura de un halcón. El insecto soporta con sus alas y patas el peso de una barca celestial en la que yace el ojo izquierdo de Horus, el símbolo de la Luna. En sus patas inferiores hay otros tantos símbolos sobre la eternidad. Alrededor bailan los dioses, y la iconografía completa habla de los ciclos del Sol y de la Luna, de la resurrección y del reinado eterno de Egipto”.

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