jueves, 12 de junio de 2014

El Señor Búho (capítulo I)



El búho debe ser uno de los animales que mejor prensa tiene. Es muy difícil encontrar a alguien que lo repruebe o condene. 
Es que el búho —tanto como su cercano pariente, la lechuza— arrastra una historia extensa y de enorme brillo. Ya los griegos tenían a los búhos como representantes de Atenea, la diosa de la sabiduría. El antiguo Egipto, la Europa Celta y la filosofía hindú tenían a los búhos como importantes tótem. 
En nuestras tierras americanas, los pueblos originarios mantuvieron al búho asociado con la sabiduría, la previsión y como guardianes del conocimiento sagrado. 
En la edad media, en Europa creían que los búhos en realidad eran sacerdotisas —o en el peor de los casos brujas— y magos encubiertos, que tomaban esa forma para acceder a otros planos o para escapar rápido ante situaciones de peligro. El acceso a otros planos bajo la forma de búho, era creencia también de los chamanes americanos. 
En definitiva, el búho o lechuza es un símbolo de misticismo, sabiduría y ante todo: misterio, proporcionando intuición, conocimiento, clarividencia para cualquiera que le presta atención y lo invoca. Las figuras representativas de este animal, atraen al hogar prosperidad y abundancia y no importa el tamaño ni el material del que esté hecho: se necesita cuidarlo con respeto. 
Se puede colocar como centro de mesa o en cualquier otro lugar de la sala de estar, incluso puedes llevar contigo una versión pequeña (como un collar por ejemplo) para que siempre estén contigo energías positivas y buenas vibras.

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