jueves, 26 de marzo de 2015

El árbol de sal

Los mocovíes —indígenas del norte argentino—, utilizaron con habilidad un helecho llamado Iobec Mapic, al que muchos confunden con un árbol, pues tiene un gran porte y llegar a los dos metros de altura.

Hay una leyenda que afirma que cuando Cotaá (Dios) creó el mundo, hizo esta planta para que alimentara al hombre; la planta se expandió rápidamente y fue de gran utilidad para la humanidad que la consumía agradecidamente.

Neepec (el diablo), sintió envidia de ver lo útil que era esta planta y se propuso destruirlas a todas, de la forma en que fuese necesario y posible. Se elevó por los aires y fue a las salinas más cercanas, llenó un gran cántaro con agua salada y lo arrojó sobre las matas con la intención de quemarlas con el salitre. Las raíces absorbieron el agua; la sal se mezcló con la savia y las hojas tomaron el mismo gusto.

Flor de calentura se agarró el satanás, porque la planta no perdió su utilidad, ya que sirvió para sazonar las carnes de los animales salvajes y otros alimentos. Nada dice la leyenda sobre la existencia (o no) de Iobec Mapic Parrillera.

La leyenda está publicada en la web Folklore del Norte y la imagen fue publicada por el Portal de Salta.

No hay comentarios: