Aseguran que el Búho —por su relación con lo oscuro y oculto—, es el tótem de los psíquicos y videntes y en la actualidad, es un apreciado talismán de buena suerte para mucha gente. Fue el ave de la muerte en Egipto, India, China, Japón, América Central y del Sur. En muchas culturas, incluso actualmente en poblaciones rurales, su ulular se interpreta como presagio de muerte y ya los antiguos beduinos creían que las almas de los muertos tenían forma de pájaro —normalmente de Búho—, que sobrevolaba la tumba durante cierto tiempo. La antigua civilización china lo relacionó con el trueno y el solsticio de verano. Para los indios norteamericanos de las praderas, el Búho era un protector sobrenatural. Los Hopi veían estas aves como los maestros de la medicina nocturna. Hay quienes los relacionan con la percepción, la visualización y los sueños, la observación y el discernimiento. También alertan de los peligros y descubren la oscuridad de los demás.
Las
plumas de las alas del Búho son las más suaves que existen y le permiten volar
casi en silencio y por ello se usaban en muchos rituales y ceremonias. Para los
griegos, Palas Atenea (Minerva romana) era “la de los ojos de Búho”, porque son
los que velan cuando todos duermen. Esta diosa representa la sabiduría, la
reflexión y el conocimiento racional y también es diosa de todas las artes y era
la Lechuza su animal sagrado. Otro mito griego es el del pastor Endimión —enamorado
de Selene, la Luna—, al que los dioses concedieron el deseo de no dormir y mantener
los ojos abiertos para ver todas las noches a su amada.
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