La cultura
Santa María se desarrolló entre los años 900/1000 a 1480 de nuestra era. Esta
cultura surgió en el valle del mismo nombre en Catamarca; se extendió por El
Cajón, Calchaquí y valles transversales, alcanzando su influencia a la zona de
Andalgalá y Hualfín, incluso hasta el Valle de Catamarca en el sur de la
provincia.
El ampatu es el sapo en la mitología andina
popular. Se lo relaciona con Pacha Mama (la Madre – Tierra), en su carácter de
germinadora y productora de buenas cosechas, ya que el sapo con sus gritos pide
lluvia.
Según un
antiguo mito preincaico, la serpiente Amaru maldijo al sapo, por lo cual éste
representa la tierra reseca sufriente por la necesidad de agua. Se suponía que
su croar llamaba y atraía a Mama Huaca y con ello a las lluvias tan benéficas.
La representación de Pacha – Mama que asume el sapo, se ve reforzada en muchas
urnas funerarias de la cultura Santa María donde aparece una estilización
romboidal del ampatu, en cuya panza se halla dibujado en negro o blanco el
símbolo de la Cruz cuadrada o Tawa, indicativo de la cuadripartición cósmica
espacial y de los cuatro “Suyos” o regiones del mundo conocido por nuestras
culturas andinas.
En este
trabajo también se representa la Chakana o Cruz del Sur, siendo uno de los
símbolos más antiguos y característicos de la cosmovisión andina con más de
3500 años de historia.
La figura está
conformada al menos por tres rectángulos verticales superpuestos, los que dan
resultado un romboide sagrado escalonado, reducido a veces a sus mitades, a
triángulos y otras formas pregnantes.
El sapo o ampatu
era considerado acompañante del hombre durante su viaje por el Kay Pacha o
Mundo Terrestre, como también (y muy especialmente) por el Uray Pacha o Mundo
de los Muertos: de ahí que se lo considerase animal – fetiche de carácter
marcadamente esotérico, utilizado por los shamanes. La esotérica del sapo
depende de las glándulas que tiene en su piel, la que contiene un alcaloide
alucinógeno: la bufoteina (del latín “bufo”: sapo).
Fue animal
totémico y sacralizado tanto por las culturas andinas, como por las amazónicas
y muy especialmente por las pampeanas. En efecto, era reverenciado por los
mapuches y por los charrúas. Se prohibía matarlo, ya que se lo consideraba
portador de buenos anuncios, abundante sustento y lluvias benéficas.
Este
excelente material ha sido publicado por http://marcasdelpasado.blogspot.com.ar/
La imagen corresponde a un colgante de pared de la línea Engendros Simpáticos de El Artesano Insano.
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