El corazón ha sido a lo
largo de la historia un símbolo de poder, además de un amuleto de fortaleza. En
las Escrituras se empleaba como núcleo de la vida donde confluían más allá de
la mente, el espíritu y el alma, las emociones y el entendimiento. Alguna
definición lo describe como “el centro de
la personalidad total en relación a la intuición, al sentimiento o a la
emoción; es el centro de la emoción, en contraste con la cabeza, que es el
centro del intelecto”.
Los egipcios ubicaban a
la conciencia en el mismo corazón, considerando que éste era la fuente de los
pensamientos buenos y malos. Tras la muerte cobraba un protagonismo especial.
Lo momificaban en parte y era conservado bajo la protección del dios Tuamutef (también
conocido como Duamutef), que era uno de los cuatro hijos de Horus, el dios
celeste en la mitología egipcia, a quien se le consideraba como el iniciador de
esa civilización.
Realizados en todo tipo
de materiales y colgados al cuello, enteros o partidos en mitades, los
corazones son los talismanes elegidos por los enamorados, pues testimonian el
afecto que se profesan y se cree que al regalárselos a la persona querida
ahuyentan la sombra de la infidelidad.
(*) Los corazones que se ven en la imagen, corresponden a los Colgantes de la Suerte de la colección Los Clotildos de El Artesano Insano.
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