Se cuenta que San Francisco Solano salió un día con la cruz
y el violín a recorrer caminos y encontró en un pajonal, una hermosa imagen del
Niño Dios, que le sonreía al mirarlo. Lo levantó y con todo cuidado lo llevó a
su casa. Al poco tiempo le dieron la noticia que miles de indios de
diferentes tribus, venían hacia la ciudad de La Rioja para destruirla. Tomó al
Niño Dios y al violín y se dirigió a la quebrada de Los Sauces a esperarlos, Se
sentó, colocó al Niño Dios a su lado y se puso a tocar una melodía con su
violín. Las notas de la canción atravesaron las laderas de los cerros a través
de las solitarias cumbres. Era una música suave, melancólica y tan triste que se oía a gran distancia. Hasta los pájaros habían callado ante el embrujo
de aquellas notas. Llegaron los indios, avanzando muy despacio, para no quebrar
aquel encanto. Se detuvieron lejos del Santo y poco apoco se fueron acercando
hasta tocarlo. El Santo siguió con su melodía embelesándolos. Y cuando vio que
con su arte había ganado el respeto de los indígenas, dejó de tocar y
levantando al Niño Dios sobre sus hombros, les explicó lo que representaba y
pidió su nombramiento como alcalde, es decir de gobernador de la ciudad, a
quien debían obedecer en sus mandatos. Dicen que desde entonces lleva el
nombre de Niño Alcalde. Se cuenta
que San Francisco Solano ese día bautizó a nueve mil indios y que los
restantes volvieron en paz a sus tiendas, con la promesa de no alzarse nunca
contra el Niño Dios.
Esta leyenda es del Noroeste Argentino (La Rioja, Catamarca,
Tucumán, Salta y Jujuy) y el nombre popular de la fiesta que lo recuerda
anualmente es el Tincunaco, que se inicia el 31 de diciembre y culmina el 3 de
enero. Los participantes en esta ceremonia se dividen en allis (hombres buenos
de pueblo) y alféreces. Una procesión lleva al Niño Jesús llamado en ese día el
Alcalde del Mundo. Otra procesión se encarga de San Nicolás de Bari. Al
mediodía se produce el Tincunaco o sea el encuentro de ambas procesiones. San
Nicolás hace tres reverencias al Alcalde del Mundo y los allí se entona un
canto tradicional. Durante la ceremonia se pueden escuchar cantos indígenas de
origen remoto entre los que se destaca el Año Nuevo Pacaría entonado por los
allis.
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